Poemas de Felipe García
Mandé un suspiro a perseguir tu sueño,
con la ansiedad de una caricia loca;
pero impaciente en el febril empeño,
...se transformó en un beso y se anidó en tu boca.
Devuélveme el suspiro cuando quieras.
si acaso me lo quieres regresar;
mi anhelo es un suspiro en plena hoguera
de labios que seduzcan al besar.
La voz y el silencio se amaban,
mas nunca pudieron gozar
la misma canción que anhelaban...
jamás se pudieron tocar.
Espera el silencio a su amada
con dulce impaciencia y amor;
acude la voz y no hay nada:
no existe silencio en la voz.
De amor y dolor, siempre en lucha,
silencio he de ser, tú eres voz;
cuando llamo tú no me escuchas;
cuando llamas… ¡Yo ya no estoy!
A mirar se quedaron los astros
si tu rostro hechizaba la noche,
envidiando los mágicos rastros...
de tus ojos, lumínicos broches.
No pudiendo ocultar sus enojos
centelleaban de envidia en el aire,
¡Recelosas de ver el donaire
con que Dios te bendijo los ojos!
Desde entonces, común es que ocurra,
ver del cielo una estrella fugaz...
¿Es acaso un lucero que busca
el regreso a tu mágica faz?
Le pido a la vida que el torvo villano
estrene en la fiesta un latido fugaz;
que el triste sonría mirando a su hermano
tenderle su mano al sacarlo a bailar.
Que goce de abrigo y de techo seguro
el huérfano, el pobre y la viuda también;
que encienda el enfermo la luz de un futuro
y alcance el anciano tranquila vejez.
Que el rico provea de amor al mendigo
y que haya un amigo dispuesto a ayudar;
que leas mi verso y recites conmigo:
“¡Qué hermosa es la fiesta de la humanidad!”
Y si quieres saber lo que es la locura:
razón de medida con que yo te amé,
motivo de rimas, causal de amargura
si no es compartida con fuego en la piel.
Propaga en el aire su sed invasiva
de ser un suspiro en tus labios de miel,
lucero en tus ojos, la sombra escondida
que siempre camina muy junto a tus pies.
Sin ti mi existencia es como una fisura
por donde se escapan mis ansias de ser…
y si quieres saber lo que es la cordura:
no me lo preguntes, pues yo no lo sé.
Ordena a la noche decirme tu nombre,
obliga al silencio a alejarse de mí
y dile a la luna que, en cuanto se asome,
tatúe en mis sienes un beso por ti.
Enfoca mis besos, dirígeme amante
y mándame darte, sin una razón,
el verso infinito, el suspiro constante...
y un sol sempiterno de ardiente pasión.
Dispón de mis horas las que como hogueras
te inciten a amarme con loca obsesión;
que yo he de adorarte, aunque no quisieras,
con cada latido de mi corazón.
Tuvo miedo mi alma
de tu alma de contrastes,
de navegar en calma
donde hubo tempestades.
De establecer un pacto
con el pasado yerto
y vislumbrar un faro
sin encontrar el puerto.
Y amando como te amo
y ansiando como ansío,
yo tornaré a tus brazos,
y al calor de su abrigo,
le confiaré a tus manos
mi corazón herido.
Nidal en que cría sus versos el alma,
tórtola encantada, paloma torcaz,
¡Mi Mérida es dulce remanso que calma
el ímpetu intenso, el suspiro fugaz!
Mi Mérida canta en las noches y baila
con traje de gala, rebozo y fustán,
y pinta mis cantos con luz de bengalas
de fiesta en la noche gentil del Mayab.
Mi Mérida es rima en la feria del alma,
es voz que pronuncia palabras de paz;
veleta que gira emulando a una palma
que el viento seduce con dulce compás.
Rumor en el parque de niños que cantan;
rumor de jarana, mestiza al bailar;
que bella es mi tierra, mi Mérida blanca
mi cálida tierra, ¡La flor del Mayab!
Fue con besos tuyos
que enseñé a mi alma
a implorar amor,
a perder la calma,
a vencer su orgullo
y a encender murmullos
en el corazón.
Aquella risa loca,
que nunca fue suspiro
en mi anhelante boca,
se transformó en latido.
Corriendo por mis venas
tomó el calor del alma,
se armó con cien poemas
y redactó miradas.
Y te buscó incesante,
¡Oh, dueña de mis sueños!,
luciérnaga que, amante,
anidas en mi pecho.
Aquella risa loca,
que nunca beso fuera,
nacida allá en tu boca
logró en mi corazón
sacar por vez primera
un verso de pasión.
Aquella risa loca
que habita entre mis sueños,
¿Será algún día beso?
Responde, por favor.
La flor de tus labios cubría
tu dulce sonrisa naciente,
entonces mirabas cual niña:
callada, sincera, inocente.
Un beso tomé sin pedirte
y tú no evitaste aquel robo;
no hallé qué palabras decirte:
callaste mis labios con otro.
Quemaron tus años de niña
los soles de nuevos abriles,
cambiando tus tiernas caricias
por besos de amores febriles.
Y aún nos requema en los labios
la flama de un beso reciente;
te miro a los ojos y extraño
aquella mirada inocente.
Hoy abrí muy bien los ojos
y te miré cual eres:
sin cantos, poesías,
ni artilugios de placeres.
Hoy abrí muy bien los ojos
y te miré tal cual
y, ¿Sabes?...
te lo digo con el alma
que hoy...
que hoy te he amado igual.
Yo no intento quitarle al mundo,
ni tu mirada, ni tu sonrisa,
tan sólo quiero que seas mi brisa,
mi sentimiento y mi porvenir.
Regala al viento tu dulce risa,
y dame sólo suspiros nuevos,
lo que al gestarse en tu pensamiento
me dé motivos para vivir.
Serás la nota que inspire en mi alma
la sinfonía de la ternura,
la luz que borre mi sombra obscura,
lo que Dios quiera que seas en mí.
Yo no intento quitarle al mundo,
ni tu mirada, ni tu sonrisa,
yo sólo quiero un amor sin prisa:
mi gran motivo para vivir.
José Felipe García Vargas
Mérida, Yucatán, México.
Viernes 20 de Mayo de 2016.
A veces un suspiro se hace beso
y vuela de mis labios hacia ti;
son veces en que, vuelto pensamiento,
te dice lo que tú me haces sentir.
No importa que feroces tempestades
procuren sofocar nuestra ilusión;
te quiero y tú me quieres con verdades
eternas e inflamadas de pasión.
A veces un suspiro se hace beso
que busca de tus labios el calor;
responde a la inquietud de mi embeleso
con un suspiro dulce y soñador.
José Felipe García Vargas
Mérida, Yucatán, México.
16 de Agosto de 2015.
A veces la luna no encuentra un poema
y a veces son penas las que hacen vivir;
a veces las olas no vienen, regresan
y a veces incluso me acuerdo de ti.
A veces te busco, fantasma de ayeres,
y hasta a veces pienso que te perdoné
tu engaño, tu olvido y tu ausencia que hiere;
pero sólo a veces... luego ya no sé.
José Felipe García Vargas
Mérida, Yucatán, México.
21 de Marzo de 2016.
Como el amor de madre, no hay otro que se iguale,
tiene la fe de un niño y la beatitud de Dios;
los ojos tiene llenos de un sol incomparable,
mi extraordinaria madre que tanto adoro yo.
Mis ojos se humedecen si recuerdo su vida
guardando sus heridas por consolarme a mí,
por eso en cada madre Dios puso luz divina,
para cambiar por dicha las horas de sufrir.
Mi madrecita linda, te traigo en mi guitarra,
latidos de mi pecho, que cantan para ti
porque el amor de madre con nada se compara
y en esta serenata te lo vine a decir.
Mis ojos se humedecen si recuerdo tu vida
guardando tus heridas por consolarme a mí,
por eso en cada madre Dios puso luz divina,
para cambiar por dicha las horas de sufrir.
José Felipe García Vargas
Mérida, Yucatán, México
17 de Marzo de 2016.
Madrecita, la vida
es solo un poco de lo mucho que me has dado;
en tus brazos valientes un refugio me has formado,
donde viví la etapa más feliz de mi niñez.
No te asustó la vida
ni el rigor de las espinas del camino
sólo te preocupaba hacer la brecha en mi destino
donde el ejemplo diste de valor y sencillez.
Por eso canto, madrecita, porque he sido
la flor preciada encomendada a ti por Dios,
recoge el canto que te ofrenda hoy tu hijo
y dame el néctar de tu dulce bendición.
Mi madrecita linda
hoy te miro y al Señor, mi Dios, le pido
que te bendiga siempre y que cuide tu camino
y te depare un cielo donde nunca falte el sol.
Por eso canto, madrecita, porque he sido
la flor preciada encomendada a ti por Dios,
recoge el canto que te ofrenda hoy tu hijo
y dame el néctar de tu dulce bendición.
José Felipe García Vargas
Mérida, Yucatán, México
16 de Marzo de 2016.
A mi madre los años
no le importan, soy su niño,
porque el tiempo no pasa
en su maternal cariño.
Y aunque lejos me encuentre
de sus brazos, yo sé bien:
con el alma me abraza
esta sin igual mujer.
Mi madrecita gentil,
cual florecita de abril,
cura con besos mis cuitas:
Ella es así. (2)
José Felipe García Vargas
Mérida, Yucatán, México
10 de Marzo de 2016.
Joyas habrá en el mundo entero,
que me embelesen con gran pasión;
pero aquella que yo más quiero
vive engarzada en mi corazón.
Ella no brilla como los astros,
ni resplandece como hace el sol,
pero deslumbra con regios rastros
luminiscentes de inspiración.
¿Cómo la llamo?, Díganme un nombre
que haga justicia a su albo esplendor,
¿La nombro beso, la llamo brisa?,
¿O simplemente le digo amor?
José Felipe García Vargas
Mérida, Yucatán, México
14 de Marzo de 2016.
Digo tu nombre y el firmamento
ensaya el tono de otro color;
digo tu nombre como diciendo
en pocas letras todo el amor.
Digo tu nombre para llenarme
los labios míos de dulce miel;
digo tu nombre y un sol me invade
que me requema, de amor, la piel.
Pero si digo tu lindo nombre
no es por traerte de vuelta, amada,
ya no te espero, y no te asombre,
si abres mi pecho no hallarás nada.
Ya nada late en mi pecho yerto,
ni habita el eco de un corazón,
cuando te fuiste quedó desierto
sin esperanzas… sin ilusión.
José Felipe García Vargas
Mérida, Yucatán, México
19 de Febrero de 2016.
Yo tengo miedo de arder entre la hoguera
de tu boca palpitante y purpurina
que embriaga, seduce, subyuga, asesina,
sin culpa alguna, de amor, cuando me besa.
Yo siento miedo, lo digo, lo confieso,
al dulce beso que sabes prodigar
y que subyuga, seduce y me asesina
en su obsesiva y ardiente sed de amar.
José Felipe García Vargas
Mérida, Yucatán, México.
24 de Agosto de 2015.
