Luis Rosado Vega: Poeta Yucateco

Por Thelma Quijano Interián

 

Luis Rosado Vega: Autor de la letra de Peregrina.

Luis Rosado Vega, yucateco ilustre que destacó en el siglo XX como periodista, escritor y poeta, nació el 21 de junio de 1873 en el municipio de Chemax, Yucatán, localidad que antes fuera un antiguo poblado maya, perteneciente a la Provincia de los Cupules. Desde pequeño demostró tener talento para las letras y la poesía; hizo sus estudios en la ciudad de Mérida y obtuvo el Grado de Profesor en la Escuela Normal. Contrajo nupcias con la Profesora Celia Ojeda Rosado y, fruto de este matrimonio, nacieron dos hijos: Luis Augusto y Vladimiro.

Quienes conocieron a Rosado Vega coinciden en que tenía un carácter difícil, que era huraño, introvertido y que no le hacía mucha gracia convivir socialmente, era antifeminista, discutía fuertemente con quienes no estaban de acuerdo con él y cuando estallaba en cólera, arrojaba el bastón que siempre lo acompañaba; pero también tenía sus cualidades: era ameno y con mucha facilidad de palabra, aunque a veces solía ser irónico, él sabía ganarse amigos. Prueba de esto fue su tertulia que durante muchos años bajo los almendros del parque Hidalgo de Mérida, Yucatán, reunió a escritores y poetas que formaron el grupo Ateneo Bohemio.

Trabajó en el Colegio Normalista de Mérida, se desempeñó como regidor del Ayuntamiento de esta misma ciudad, secretario particular de los gobernadores Nicolás Cámara Vales (1913) y Eleuterio Ávila (1914). No estuvo de acuerdo con el régimen del General Salvador Alvarado y se fue a Cuba donde vivió en el exilio durante un tiempo. También fue partidario y amigo de nuestro prócer yucateco Felipe Carrillo Puerto.

Fundó y dirigió el Museo Yucateco de Arqueología e Historia hasta 1937, en este mismo año realizó un recorrido científico por las selvas de la península de Yucatán en busca de monumentos prehispánicos y para estudiar la flora, la fauna y otras características de nuestro suelo; residió en Quintana Roo. También fue Director del Ateneo de Ciencias y Artes en Tlaxcala; vivió varios años en la ciudad de México y También en Baja California. En 1946 regresó a Mérida para hacerse cargo de la biblioteca José Martí en el parque de las Américas.

En 1900 Rosado Vega ya era redactor de “La Revista de Mérida”. Bajo la protección y dirección de Don Delio Moreno Cantón maestro de periodistas, escritor, poeta y dramaturgo que también trabajaba en dicha revista, Don Luis fue adquiriendo experiencia y comenzó a destacar como cronista informativo y crítico de arte; con el tiempo llegó a ser uno de los directores de “La Revista de Mérida”.

De su pluma prodigiosa no sólo salían crónicas, sino también hermosos poemas llenos de sentimiento y, bajo el seudónimo de “Maese Ventura”, versos humorísticos, con los que colaboró en todos los periódicos y revistas literarias de esa época, donde desde 1903 se fue dando a conocer como uno de los mejores poetas jóvenes a través de las páginas de “Pimienta y mostaza”, “El Mosaico”, “Artes y Letras”, “Mariposas”, “El Palenque Literario”, “Álbum Yucateco”, “La Revista de Mérida”, “El Eco del Comercio“, “El Ateneo de Mérida”, “El Diario de Yucatán”, “El Peninsular” diario yucateco del que llegó a ser director, y del semanario “La Legalidad”. También participó en publicaciones de otros estados de la república, así como de Cuba, Sudamérica y España.

Hacia el año 1912 Luis Rosado Vega abordó el género novelesco. Fruto de esta inquietud literaria nace “María Clemencia ", novela romántica donde el amor y las enfermedades caminan de la mano, en un ambiente lleno de situaciones trágicas que culminan con el suicidio.

Escribió otras novelas, en 1938 “Claudio Martín, vida de un chiclero”. En 1937 el autor estuvo en Quintana Roo y conoció la forma nada agradable en que transcurría la existencia de los chicleros. Además de éstas escribió otras dos que no fueron publicadas: “La Tenaza” y "Alma Mestiza”.

Don Luis conocía y amaba a su tierra, su regionalismo era patente, publicó dos libros de leyendas “El Alma Misteriosa del Mayab” en 1934 y “Amerindmaya"en 1938. “Lo que ya pasó y aún vive” un libro sobre sus recuerdos en 1947.

En 1917 cuando estaba exiliado en Cuba escribió: “El Desastre, la obra revolucionaria del General Salvador Alvarado " tema muy bien desarrollado, interesante y valiente. Impresionado por la labor administrativa del General Rafael E. Melgar en Quintana Roo, publicó: " un pueblo y un hombre.”

Su producción literaria era fecunda y gustaba, algunas de sus obras fueron llevadas al teatro. La primera fue “Callejeras”, revista con música de Justo Cuevas, que se estrenó en los primeros años de 1900 en el desaparecido Circo Teatro Yucateco que se ubicaba muy cerca al parque del barrio de Santiago.

En la velada inaugural del teatro José Peón Contreras, se leyó su poema maya Nicté-Ha con acompañamiento musical de Filiberto Romero y posteriormente, en el mismo teatro, se estrenó “La ofrenda de Venus” también con música de Filiberto Romero; más adelante creó el libreto de la ópera maya “Payambé” evocación de la tierra del Mayab, poema dramático con música de Fausto Pinelo Río y que se estrenó con mucho éxito, en Mérida en 1928 y en México en el Teatro Arbeu en 1929.

Nuestro autor tenía una inspiración de contrastes, así como creaba situaciones dramáticas su humorismo era genial, por eso fue capaz de abordar el Teatro cómico regional y cosechar sonados triunfos.

Aunque su trayectoria como periodista y escritor fue brillante, como poeta fue superior. Pese a que ya se desenvolvía en el medio literario a través del periodismo, Rosado Vega no había demostrado su calidad de poeta, sino hasta 1902 cuando dio a conocer su primer libro de poemas: “Sensaciones”, no se sabe cuándo comenzó a escribir poesía; José Esquivel Pren nos dice en el tomo noveno de su: “Historia de la Literatura en Yucatán ", pág. 224 hablando de Don Luis Rosado dice lo siguiente: “Antes de 1902, año en que ya bien vestido, se presentó en el territorio de nuestra literatura con su libro como pasaporte, no hemos hallado nada suyo, en verso, en los periódicos y revistas merideñas de la última década del siglo XIX” y respecto a su obra primigenia comenta: “Sensaciones revela claramente sus principios clásicos”. Se le ha considerado un poeta tardío pues ya estaba próximo a cumplir los treinta años cuando presentó su primer libro.

En 1906 publica su hermoso poemario “Alma y Sangre” que ya no es clásico como el anterior, sino que deja entrever su propio estilo como poeta. En 1907, en su “Libro de ensueño y de Dolor”, Rosado Vega desborda sus versos que cada vez son mejores y así se va ganando el prestigio y un sitio de honor en la poesía local y nacional.

Pasaron doce años, en que quizá por trabajo o por el exilio, sus versos reposaron en su mente hasta 1919, año en que salió a la luz “Vaso Espiritual”. En este libro Luis Rosado Vega demuestra una inspiración de contrastes que se debate entre la luz y la penumbra.

En 1936, surge “En los Jardines que encantó la Muerte”, aquí el poeta en versos llenos de luto menciona a Marta Estell y a Iliana Gemma, ¿Fueron mujeres que el amó y se las arrebató la muerte?... Es una incógnita aún sin resolver.

Cuando en 1937 Rosado Vega se fue a la selva de Quintana Roo a un recorrido científico, conoció y fue testigo del ambiente en que vivían y como eran explotados los chicleros y los cortadores de caoba; esto lo lleno de indignación e hizo vibrar sus sentimientos de poeta. Con catorce poemas que pedían justicia creó su libro: “Poema de la selva trágica” en el que nuestro autor escribió la siguiente dedicatoria: “Ante el tribunal que quiera acogerla, de Dios o de los hombres, dedico ésta que es una acusación a los traficantes del trabajo humano en la extracción del chicle y en el corte de la caoba: Sea para bien. Su último libro de poemas, “Romancero Yucateco”, fue publicado en 1949.

El gran poeta mexicano Ramón López Velarde dijo en septiembre de 1909: “Luis Rosado Vega es Modernista, pero trabaja en la vieja poesía, cuando le place”. Y así era, nuestro personaje sabía crear magníficos versos clásicos o modernos, según le dictara su inspiración.

En su tiempo, Luis Rosado Vega, Ricardo Mimenza Castillo y Antonio Mediz Bolio fueron la trilogía de los mejores poetas de nuestra literatura yucateca.

Conocedor y admirador de su tierra y con el orgullo de haber nacido en ella, escribió poemas preciosos como el que lleva por titulo “Canto” y, no hay que olvidar que, en las primeras décadas de 1900, “Las campanas de mi pueblo” lograron gran difusión.

Parte de la poesía de Rosado Vega resaltada el regionalismo de otros lugares, pero se lucía mucho más en lo vernáculo de nuestra península; era gentil y su verso brotaba con elegancia. En su soneto “La Mestiza" dice al comienzo:

Es de la Tierra Yucateca, gala y hermosa
flor de nítida blancura.

También se inspiraba en nuestra flora y fauna, exaltando la belleza de todo aquello que llenaba de color, música y aromas aquel paisaje que hoy añoramos. Mencionaba en su poesía a la amapola, la flor de mayo, al Xkanlol y al blanco jazmín, así como al Xkokolché, al chinchimbacal, al cundeamor, a la pitahaya, al Xtabentún, al balché, etc.

Pero la inspiración de Rosado Vega también tenía otro rostro: el de la tristeza, la angustia y un rechazo hacia sí mismo, que se manifiesta desde “Sensaciones”, su primer libro donde dice en un poema:

“Es mi alma una copa de ponzoña.”

Y en la siguiente estrofa:

“No te acerques. ¿No ves en mis pupilas
la enrojecida llama de la maldad
que todo lo consume?”

En su poesía el amor siempre estaba presente, pero también la muerte y yo diría que, ésta, de una manera constante.

En los Juegos Florales de Mérida de 1903, obtuvo Accésit a la Flor Natural por su poema “No vayas a la Corte”, que concursó con el lema de: Hoja de Adormidera y una mención honorífica por “La Muerte de la Amada” con el Lema: Tristán.

Desde la primera década del pasado siglo XX, varios poemas de nuestro personaje fueron musicalizados y presentados en teatro. Posteriormente sus temas poéticos fueron la parte literaria de hermosas canciones, con el acompañamiento musical de renombrados compositores como Ricardo Palmerín, Lorenzo Barcelata, Guty Cárdenas y otros.

Corrían los tiempos que siguieron al período militar de la revolución, tal vez 1921 ó 1922 cuando Ricardo Palmerín, conocido compositor de nuestra tierra, le dio un nuevo sentimiento a la Trova Yucateca al adoptar el ritmo Colombiano llamado Bambuco, para acompañar los versos de poetas distinguidos.

Uno de los poetas elegidos por Palmerín fue precisamente Luis Rosado Vega y a ritmo de bambuco, canción, serenata y danza, adornó con su música los desahogos poéticos del compositor de Tekax y así vieron la luz preciosas canciones, que hasta nuestros días siguen vigentes y que llevan como sello particular los temas característicos de su poesía: amor, vernáculo y muerte.

Su inspiración trascendió fronteras, ejemplo de ello es una canción tradicional Colombiana llamada “La espina” a ritmo de bambuco y que lleva la letra de tres poetas: Antonio Machado (español), Julio Flores (colombiano) y Luis Rosado Vega (mexicano). Tuvo ocasión de escuchar este tema magistralmente interpretado por el dueto colombiano “Wilis y Escobar” cuando éstos la estrenaron en la ciudad de Mérida en 1919.

Transcurridos más de ochenta años, sus canciones se siguen escuchando, quizá la más conocida es “Peregrina”, pero la mayoría de las demás son tradicionales en nuestra Trova Yucateca.

En 1952, el propio Luis Rosado Vega, con la modestia que le era característica, narra en el cancionero Clemens, dirigido por Rubén Peniche Díaz, la romántica historia de cómo surgió esta canción:

Alma Reed: Inspiradora de Peregrina.

"La letra fue simple consecuencia de una lluvia primaveral. Llovió copiosamente una tarde, y esta lluvia auspició una noche espléndida. Teatro, la Casa del Pueblo durante un festival. Concluido éste, nuestro inolvidable Felipe Carrillo Puerto, Alma Reed –la singular, por bella, periodista norteamericana, pero del sur de los Estados Unidos, o sea de San Francisco, California– y yo debíamos asistir a un convivio en la casa del maestro Filiberto Romero, director de la Escuela de Música”.

Prosigue Don Luis Rosado:

En el auto iba Alma sentada entre Felipe y yo. Entramos en el suburbio de San Sebastián. Con el aguacero de la tarde la tierra había abierto sus entrañas, y despedía de ella misma ese grato y sugestivo aroma de la tierra cuando acaba de ser fecundada por la lluvia. [...] y Alma dilató el pecho como para absorber a pleno pulmón aquellas fragancias y dijo: ¡Qué bien huele!

Le salí al paso con una frase simplemente galante:

–Todo huele bien porque usted pasa. Tierra, flores, quisieran besarla y por eso llegan a usted con sus perfumes.

Dijo Felipe al punto:

–Eso se lo vas a decir en un verso.

Contesté:

–Se lo diré en una canción.

Y continúa con la narración: “Alma rió argentinamente. Así reía. Concluido el convivio y ya en mi casa, compuse la letra. No podía olvidar a Palmerín. En la mañana siguiente lo busqué y se la di. Dos días después ya había nacido la canción. Y eso fue todo.

Peregrina

Peregrina de ojos claros y divinos
y mejillas encendidas de arrebol,
mujercita de los labios purpurinos
y radiante cabellera como el sol.

Peregrina que dejaste tus lugares,
los abetos y la nieve, y la nieve virginal,
y viniste a refugiarte en mis palmares
bajo el cielo de mi tierra, de mi tierra tropical.

Las canoras avecitas de mis prados
por cantarte dan sus trinos si te ven,
y las flores de nectarios perfumados
te acarician y te besan en los labios y en la sien.

Cuando dejes mis palmares y mi sierra,
peregrina del semblante encantador,
no te olvides, no te olvides de mi tierra;
no te olvides, no te olvides de mi amor.

Primera hoja de la partitura de <strong>Peregrina</strong>.

Durante varios años Rosado Vega vivió en la ciudad de México, hasta que vencido, fatigado y triste retornó a su tierra para ya no salir nunca más; al pasar el tiempo y con muchos años encima, fue víctima de dolorosa enfermedad que no le impidió seguir siendo poeta y que se lo entregó a una de sus musas favoritas: LA MUERTE.

El 31 de Octubre de 1958 a los ochenta y cinco años, falleció Don Luis Rosado Vega a la una y veinte de la tarde en el sanatorio de la quinta “La Ibérica”. Curiosamente en un día dedicado a les difuntos.

Una vez conocida la noticia se dispuso un homenaje a quien fue uno de los más grandes representantes de nuestra Literatura Yucateca; a las ocho y cuarto de la noche, escoltado por sus hijos Luis Augusto y Vladimiro que llegaron de la ciudad de México, Rosado Vega fue trasladado a la Escuela de Bellas Artes de la cual era director don Juan Duch Colell, quien lo recibió en compañía del Oficial Mayor de Gobierno Profesor Mario Zavala, el maestro Efraín Pérez Cámara y otras personalidades. Fue conducido a la capilla ardiente instalada en la Dirección de la Escuela. Ahí concurrieron amigos, autoridades y admiradores, a hacer guardias y a darle el pésame a sus hijos: Don Luis Augusto y Profesor Vladimiro Rosado Ojeda y a su cuñado Reverendo Padre Alonso Ojeda Rosado. Su esposa, Profesora Celia Ojeda de Rosado, no pudo llegar de la ciudad de México.

Al siguiente día, primero de noviembre, se efectuaron sus funerales, Rosado Vega fue acompañado hasta el cementerio general por numerosas personas que quisieron darle el último adiós.

La Típica Yukalpetén interpretó “Peregrina”, el señor Francisco Escalante Sosa leyó el soneto “Extremaunción” del Lic. Alfredo Gamboa. Su féretro descendió a la fosa número trescientos treinta y tres, bajo los acordes de sus canciones: “Mi Tierra”, “Las Golondrinas” y el deseo sincero de que descansara en paz.

La inspirada obra de Luis Rosado Vega fue un orgullo para Yucatán. Su nombre figura en Antologías nacionales, la primera de las cuales fue “Parnaso de México” en 1919, y en las de toda Hispanoamérica. También es nombrado en numerosas Enciclopedias.

HOMENAJES POSTUMOS:

Sus restos mortales fueron trasladados al monumento a los “Creadores de la Canción Yucateca” en el cementerio general.

Un óleo de Rosado Vega se encuentra en el “Museo de la Canción Yucateca”.

En el parque de Santa Lucía el ocho de noviembre de 1990, también se develó un busto de nuestro poeta.

Parque de Santa Lucía en Mérida, Yucatán.

El Patronato Pro Historia Peninsular (Prohispen) develó dos placas en homenaje a Don Luis Rosado Vega, la primera el 23 de Noviembre del 2000 en la ciudad de Mérida, en la calle 58 número 495 con 59 donde estuvo el Hotel Itzá, ultimo lugar donde residió el poeta; ahí se ubicó posteriormente el también desaparecido Cine Internacional. Días después la segunda placa fue develada en la casa donde vio la luz primera en su natal Chemax.

 

 

Thelma Quijano de Interián.
Mérida, Yucatán, Marzo de 2006.